Friday, August 24, 2007

Monterroso decoroso

foto A. Monterroso de patriagrande.net



Toda literatura -le aclara Monterroso a Graciela Carminatti, en una entrevista- es alegórica o no es nada. Muchos escritores explican sus simbolismos, temerosos de que la gente se los pierda.
Bueno, si la gente se los pierde, peor para la gente. Creo que no explicar lo que uno quiso decir en un libro es cuestión de decoro.

Tuesday, August 21, 2007

Solaris, de Stanislav Lem y Andrei Tarkovski y Steven Soderbergh

Stanislav Lem

Solaris, de Stanislaw Lem es una novela claustrofóbica. Solaris es un planeta envuelto en un océano vivo. Por décadas se ha intentado descifrar el enigma de cómo el planeta mimetiza el pensamiento de los científicos que se hallan estudiándolo. El texto presenta, en resumen, a pocos personajes enfrentados al océano que es capaz de recrear, en carne y hueso, fantasmas del pasado. Y ni a tiros voy a contar la novela. Una buena reseña sobre ella la encuentra en Revista Gigamesh - Crítica de libros - Solaris, de Stanislaw Lem.

Hay dos versiones cinematográficas de la novela. La primera, de 1972, es una versión del maestro Tarkovski. El director soviético ha dicho que Solaris trata de personas que se han perdido en el cosmos y que - quieran o no - ahora tienen que aprender cosas nuevas. Este afán de saber, impuesto aquí al hombre desde fuera, es a su modo algo tremendamente dramático, puesto que se ve acompañado de continua intranquilidad y de carencias, de dolor y decepción, puesto que la verdad última es inalcanzable. A ello se añade que al hombre le ha sido dada una conciencia, que empieza a atormentarle en cuanto su comportamiento es contrario a las leyes morales. También la existencia de la conciencia es, en cierto modo, algo trágico. Lo menos que interesa en esta mirada fílmica es la ciencia ficción. Algunos críticos han esbozado el concepto conciencia-ficción pues es éste un relato sobre los límites del conocimiento y la percepción. la película tiene la atmósfera sombría de la novela pero, por supuesto, la carga onírica es mayor. (Sobre el cine y el sueño ya habló Artaud).


Tres décadas más tarde Steven Soderbergh realizó una versión de la película. Su Solaris tiene una ambientación futurista más cercana a nuestra sensibilidad. A Soderbergh le interesa más la relación entre el protagonista, Kelvin, y el fantasma del pasado (por supuesto, una mujer, Harey en Tarkovski, Rheya en Soderbergh). Si se ha leído la novela y se ha visto la versión del director soviético podría pensarse que esta versión de la versión es débil. Sin embargo, a mí me parece una hermosa historia de amor ambientada en el futuro. La presencia de Lem es lejana. La de Tarkovski también. Pero Clooney y Natascha McElhone forman una siniestra pareja en una relato cinematográfico excelente. Lenguaje visual, música, tempo perfecto. Una trágica historia de amor. Nada más que eso. Las comparaciones no funcionan aquí.

Friday, August 17, 2007

Poesía y ciencia



Saint-John Perse

Pero del científico como del poeta, es el pensamiento desinteresado lo que se intenta honrar aquí. Que aquí al menos no se los considere como hermanos enemigos. Pues sostienen la misma interrogación sobre un mismo abismo, y únicamente difieren sus modos de investigación.

Cuando se mide el drama de la ciencia moderna se descubre hasta el absoluto matemático sus límites racionales; cuando se ve, en la física, dos grandes doctrinas rectoras proponer, una, un principio general de relatividad, la otra, un principio "cuántico" de incertidumbre e indeterminación que limitaría para siempre la exactitud misma de las medidas físicas; cuando se ha escuchado al más grande innovador científico de este siglo, iniciador de la cosmología moderna y responsable de la más vasta síntesis intelectual en términos de ecuaciones, invocar la intuición en ayuda de la razón y proclamar que "la imaginación es el verdadero terreno de germinación científica", llegando incluso hasta reclamar para el científico el beneficio de una verdadera "visión artística" -¿no tenemos derecho a considerar el instrumento poético como igualmente legítimo que el instrumento lógico?

En verdad toda creación del espíritu es en principio "poética" en el sentido propio de la palabra; y en la equivalencia de las formas sensibles y espirituales, una misma función se ejerce, primeramente, para la empresa del científico y para la del poeta. Entre el pensamiento discursivo y el pensamiento poético ¿cuál va más lejos? Y de esta noche original donde tantean dos ciegos de nacimiento, uno equipado de la utilería científica, el otro asistido sólo por las fulguraciones de la intuición ¿cual pues regresa más temprano, y más cargado de breve fosforescencia? No importa la respuesta. El misterio es común. Y la gran aventura del espíritu poético no le va en zaga a las aperturas dramáticas de la ciencia moderna. Unos astrónomos han podido enloquecer con una teoría del universo en expansión; no hay menos expansión en el infinito moral del hombre -ese universo. Por más lejos que la ciencia haga retroceder sus fronteras, y sobre todo el arco extendido de esas fronteras, se escuchará todavía correr la jauría cazadora del poeta. Ya que si la poesía no es, como se ha dicho, "lo real absoluto", es sin duda su más próxima aspiración y la más cercana aprehensión, en ese límite extremo de complicidad donde lo real en el poema parece informarse a sí mismo.

Fragmento de "Poesía". Discurso pronunciado en la recepción del Premio Nobel, 10 de Diciembre de 1960.Tomado de Cantos para un equinoccio. Traducción de Luis Miguel Isava. Monte Ávila Editores, 1991,
pp 161-162

Thursday, August 9, 2007

PsyOP

foto intervenida por Marco Trevisani

Por Juan Gelman


El presidente Bush ha modificado las prioridades de sus justificaciones para continuar la guerra en Irak: Osama bin Laden había prácticamente desaparecido de la propaganda oficial y de los grandes medios del país, pero en enero de este año Al Qaida pasó a ocupar el primer lugar en la lista y su centro operativo sería, precisamente, el país árabe. Volvió el argumento que se esgrimió –entre otros– para invadirlo después de Afganistán. Como las presuntas armas de destrucción masiva, nunca aparecieron pruebas de la relación Saddam Hussein/Osama. Colin Powell, entonces secretario de Estado de W., declaró ante el Consejo de Seguridad de la ONU –un mes antes de la invasión– que “Irak alberga hoy una red terrorista mortífera dirigida por Abu Mussab Zarkawi, partidario y colaborador de Osama bin Laden”. Parece que no.
Powell dio el puntapié inicial de una vasta PsyOp –acrónimo de psychological operation–, destinada especialmente a la opinión pública norteamericana y realizada por el equipo de tareas 626, unidad de élite del ejército estadounidense. Zarkawi se declara responsable de hechos bárbaros como la decapitación de un trabajador humanitario japonés (octubre de 2004), el atentado terrorista en un mercado iraquí (julio de 2005), la tortura y decapitación de dos marines y el asesinato de cuatro diplomáticos rusos (junio de 2006), entre otros crímenes incontables. Por ejemplo, la destrucción del domo de la mezquita chiíta de Al Askari.
Las dos campañas de Zarkawi –la terrorista y la propagandística– son analizadas en varios memorándum militares internos a los que tuvo acceso el Washington Post (10-4-06): “Demonizar a Zarkawi” se titula uno de 2004. En otro se asienta una conclusión del general Mark Kimmit, vocero entonces de los ocupantes: “El programa PsyOp Zarkawi es la campaña de información más exitosa hasta el presente”. De desinformación, quiso decir tal vez. Lo que calló es que Zarkawi era una criatura de los servicios de Inteligencia de EE.UU., Gran Bretaña, Pakistán y Arabia Saudita cuyos aportes se encadenaron así: el ISI, servicio de espionaje paquistaní, hace mucho que entrena a mercenarios de Al Qaida con fondos anglosajones que administraba el príncipe saudí y embajador ante EE.UU. Bandar bin Sultan hasta que fue llamado a su país. Instalado en Bagdad el gobierno títere iraquí, los organizadores de esta PsyOp estimaron que Zarkawi ya no era necesario y es muerto –se dice– en junio de 2006.
El empantanamiento en Irak, la caída de la popularidad de Bush al nivel más bajo registrado por un presidente norteamericano desde Nixon y la creciente demanda de la opinión pública de EE.UU. de que las tropas vuelvan a casa requerían la creación de otro temible terrorista de Al Qaida. El 15 de octubre de 2006 las cadenas de TV de EE.UU. y de todo Occidente proyectaron un video en el que un individuo enmascarado, Abu Omar al Baghdadi de nombre, se proclamaba Comendador de los Creyentes y dirigente del “Estado Islámico Iraquí” instaurado por al Qaida. El señor llamaba a todos los jihadistas a cerrar filas bajo su mando para perseguir a los impíos, los cruzados y los judíos (BBC, 15-10-06). En un año, el “Al Qaida de Irak” se atribuye numerosas ejecuciones sumarias, lo cual subraya la continuidad de la amenaza islámica para Occidente. Curioso –¿realmente?– es que no tardara en “declarar la guerra” a Irán y en convocar a los sunnitas a unirse contra los impíos chiítas que lo gobiernan. Otra expresión de la nueva estrategia de la Casa Blanca para atacar al régimen de Teherán (véase Página/12, 5-8-07). De pronto asomó la verdad.
¿Cómo explicar que, pese al aumento de tropas norteamericanas en Irak, mueran marines y soldados cada día –las tres cuartas partes por ataques de Al Qaida, dice el Pentágono–, para no mencionar a los miles de civiles iraquíes? ¿Cómo explicar que no se haya podido capturar aún al terrible Abu Omar al Baghdadi? La respuesta es simple: nunca existió.


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