Friday, July 13, 2007

Novela rusa (fragmento)

El poeta Gyorgy Tkachenko, ataviado en cuero negro hasta la billetera, le pidió a Ludmila que tomara asiento. Observó sus ojos claros y su piel blanca. Dos estrellas sobre la nieve, pensó. El cabello sobre sus hombros de un negro espeso como la noche siberiana. Le preguntó algo sobre su trabajo, por el paradero de Andrei, que no sé si sabía que estudiamos juntos en el Instituto y editamos una revista. Ludmila tembló ligeramente pues conocerse era un peligro. Gyorgy se colocó a sus espaldas mientras ella le narraba con la voz tranquila de quien gana tiempo cómo había conocido a su marido. Tkachenko lucía como un lobo. Aquel abrigo de piloto era parte del cargamento requisado por el jefe de la policía política para sus muchachos. Se acercó a Ludmila sin hacer ruido. Conteniendo la respiración, escuchando sus propios latidos, hasta percibir un olor a rosa, a sal, a miel juntas en un modelo de líneas suaves y curvas elegantes. El trueno fue seguido por un silencio pleno. El cuerpo cayó lentamente. Luego nada. Él se acercó y ella parecía mirarlo desde donde estuviera. Blanca, hermosa, la desnudó tratando de evitar el charco de sangre inevitable. Colocó la herida cabeza sobre el traje azul, doblado. Olió el cuello, los senos adornados por pequeñas fresas, ligeramente mordisqueando. El olfato se detuvo sigiloso en las cercanías del sexo, la tundra, el exilio del mundo. El poeta probó aquella sal prohibida del cuerpo aún tibio. La colocó de espaldas y observó el culo como un paisaje ártico. Las nalgas eran dumas. Su nariz se convirtió en un ave en busca de nido. Respiró hondo, largamente. Cerró los ojos. Se desnudo evitando en lo posible el poco de sangre que hacía un arroyo débil en el suelo. Se acostó en aquella espalda suculenta hasta el gemido. Gyorgy se sentó a esperar a que Andrei regresara de la calle. No reparó en que aún estaba desnudo o que su mano izquierda estaba manchada de un rojo oscuro. Tuvo tiempo de empezar a delinear en su mente aquellos versos que comenzaban con algo así como Brota una flor roja bajo la luna de octubre.

1 comment:

Pepe Liboy said...

Rafa:

Este fragmento de novela me gusta. Reitero que tu primera novela es un gótico combinado con ciencia ficción. Desde entonces, han salido varias novelas góticas de nuestro suelo. Considera “Los viajes de Blanco White”. Noticias que te puedo dar, a parte de la representación de mis cuentos, es la publicación de “Las cartas de Manuel Molina”, en donde se habla del “Informe Cabrera”. Tu fragmento de cuento narra una escena típica que requiere el uso del tapón florentino. Por lo demás, su ambiente ruso es hermoso y helado.

Espero leerla completa

Pepe